Debajo de un tejado
junto al Museo del Prado
Zeta se despereza
moviendo la cabeza.
“¡Es hora de pasear!”,
les dice a los gatitos,
y prepara la salida
con sus 21 hermanitos.
En una canasta meten
chocolate, churros y barquillos.
Y en un carro va sonando
muy alegre un organillo.
Van a ver a la Cibeles,
mientras suenan cascabeles
y le piden con voz fina:
“¿quieres ser nuestra madrina?”.
Con un paso muy gatuno
llegan juntos a Neptuno.
¡Qué contentos los mininos
porque ya tienen padrino!
A la fiesta se han unido
San Isidro y Madrid Río,
la Gran Vía baila un chotis
con salero y mucho brío.
Llega el Rastro acalorado,
él también está invitado.
Chamberí y Lavapiés
les regalan un ciempiés
Villaverde, Huertas y Chueca
han llamado a La Latina
para que traiga buñuelos
a esta fiesta tan minina.
¡Qué bonitas criaturitas!
¡Qué colorido pelaje!
Blancos, negros y violetas
tan bonitos como Zeta.
El paseo se termina,
es hora de volver al nido,
Madrid les besa en la cara
y les dice: “¡bienvenidos!”.